{26/06/2011} Así como el hombre común gastaba buena parte de su vida sin alcanzar realmente su liberación dentro del sistema, también el planeta ansiaba liberarse del modo en que era usado por el ser humano. Lo que los estudiosos indicaban como un mundo integrado, un organismo vivo, incluía también a sus habitantes.
El pensamiento humano influye en la manera en que este ve el mundo, piensa el mundo y pisa en él. Y si el individuo pisa en él mecánicamente o con agradecimiento hace toda la diferencia para la expansión y evolución de este mundo. ¿Cuál es el sentido de estar experimentando la vida en la materia? ¿Para qué vinimos al planeta de carne y hueso, tierra y sal? ¿Dónde comienza el derecho del hombre a materializarse y quién le informa sobre sus deberes para con la naturaleza que presta la materia prima?
Infelizmente la alienación mental y emocional en que los hombres quedaron inmersos fue relegada a los estudiosos de psicología social. Mientras muchos se preocupaban de la supervivencia del cuerpo, el mantenimiento de la salud y la prolongación de la vida, pocos sabían la profundidad contenida en el concepto de respeto a la vida.
Sin embargo, de la decisión de amar al prójimo, nacería una real representatividad de los seres humanos para atender a los intereses de la humanidad, y ese tiempo estaba llegando. Urgía un nuevo soplo de luz, de inteligencia constructiva, y ella brotó en medio de la niebla.
El planeta, como organismo vivo, se mueve, respira, evoluciona, sirve. Silenciosamente. Un ejemplo para los bulliciosos pasajeros que aquí habitaron, habitan y habitarán durante millones de años todavía. {Crónica 045}
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