domingo, 18 de marzo de 2012

Una humanidad sin miedo

{04/03/2012}- ¿De dónde sacar fuerzas para ayudar al prójimo cuando su propia casa está colapsando? ¿Cómo mantener un ideal de hermandad cuando todos los valores parecen que se evaporaron del planeta? ¿De dónde viene la fuerza y la alegría para olvidar el prejuicio y seguir hacia adelante?

La creciente capacidad humana para hacer el bien era considerable en todo el planeta. Muchos lo practicaban todos los días, y emocionaban y motivaban a más personas a actuar haciendo el bien. Había una fuerza renovándose, una percepción de unidad creciente, de no temor, de decisión.

Claro que no todo era perfecto. Muchas generaciones habían sido perjudicadas por los años de consumismo y valores pobres. Niños y jóvenes con la cabeza perdida en el vacío existencial. Mal agradecidos, arrogantes y creyéndose con todos los derechos, males estos que alcanzaban a todas las clases sociales. Una vez más quedó clara la importancia de la familia, aun de las nuevas familias, con hijos agregados de diferentes uniones. Cuando la conducción del grupo familiar era pautada por reglas claras, con orden y amor y fe en Dios – aquella pequeña unidad prosperaba y daba ejemplo a otros. {Crónica 027}

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