domingo, 12 de julio de 2009

Un virus maligno

{12/07/2009} El año 2009 transcurría ‘normalmente’ cuando surgió la pequeña alerta de muerte humana causada por un virus transmitido por cerdos. Apenas algunos minutos en el noticiero. La aceleración de los acontecimientos en la vida de las personas impidió a la gran mayoría percibir la anormalidad en la vida diaria: una gran dificultad para lidiar con el tiempo. Por más esfuerzo que se hiciese parecía que no había tiempo para las tareas diarias, para el ocio, para acompañar el crecimiento de los hijos, estudiar, o para los hábitos más simples como leer, oír música, conversar.

El esfuerzo era doble, tanto para el trabajo como para la vida diaria, nadie lograba usar plenamente las informaciones y conocimiento disponibles, los bienes que adquirían, las vacaciones, los días de quietud. La humanidad estaba gravemente contaminada por el virus del consumo, tan letal como el de los cerdos, y más devastador de lo que muchos imaginaban. El asunto era tratado como ‘un tema más’ de variedades, y pocos percibían cuánto el deseo de tener arrancaba vidas, más rápida y fulminantemente que los virus que atacaban a lo físico: este atacaba al alma, directamente. Para ‘tener el poder de tener’ el hombre no media esfuerzos, no paraba la máquina, no se detenía delante de nada. Ni del peligro de la pérdida de la propia posibilidad de eternidad El dios-dinero jugaba sus cartas. {Crónica 096}

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