{01/11/2009} Las reflexiones surgidas en torno a una posibilidad de un fin para la humanidad y el planeta probablemente vinieron de mentes que estaban presas al pasado. Mentes que sólo conseguían ver el tiempo de una forma lineal y fatalista. Todo el caos reside en el apego a modelos filosóficos y de pensar superados. Personas que manifiestan únicamente un reflejo de lo que ya pasó, cristalizados en conceptos superados de pensar la vida, y para dónde ella apunta. El mundo de desorden y destrucción era sustentado por esas mentes. Y coexistía con el nuevo mundo cuyo Pilar central era el Orden. Billones de personas no se daban cuenta: la gran masa adormecida. La luz ya estaba encendida al final del túnel, señalando el camino, pero muchos preferían ver solo la oscuridad.
La transformación de la humanidad se daba desde dentro hacia fuera, de cada corazón, cada mente que ya había despertado, por eso no había peligro de retorno. Muchos no alcanzaron el nivel pretendido, pero lentamente se irían adaptando a los nuevos vientos que soplaban, y llegarían al nivel de consciencia necesario. Millones de seres humanos, en todo el planeta, estaban preparados para dar amparo a sus prójimos, para asumir posiciones de liderazgo, de gobernación y dar soporte a los pueblos de una manera ordenada, iluminada y amorosa de reconstrucción de la vida, sobre bases coherentes con nuestra herencia Divina y respetando las jerarquías cósmicas, la naturaleza, y todo lo que merece respeto. Llegará el momento de formación de un gobierno de la humanidad, para la humanidad, por la humanidad, bajo comando Divino. {Crónica 88}
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