[17/01/2016] Hoy se acepta que las almas incultas, no alimentadas, son recicladas para una nueva experiencia. Algunos prefieren llamar a eso reencarnación, pero puede ser fantasioso creer en una existencia única, cuando no se formó una personalidad espiritual. Aquel que vivió en la materia y mantuvo su consciencia en el nivel primario de vida, cuando muere es totalmente reaprovechado, sea por la tierra, que recicla la materia, sea por los planetas que reciclan las emociones, sea por el éter que reaprovecha todo avance mental alcanzado, poniendo a disposición el conocimiento para otras vidas encarnatorias.
Ese conocimiento ha sido de vital importancia para la educación de los jóvenes, que desde los primeros momentos de vida toman conocimiento de la vida manifestada en sus siete cuerpos y trabajan para la armonización de estos, con la mayor tranquilidad, desde la infancia. Los altos Laboratorios para Ciencias Espirituales mantienen encendida la llama de la natural curiosidad humana, sin perder los beneficios de la fe, al contrario, usando esa incomparable cualidad humana para transportar las teorías a un campo de conocimiento palpable para el hombre común.
El alma, antes desconocida, ya tiene peso, medida, local de “habitación” y hasta preferencias “gastronómicas”. Reside en el éter y se comunica con nuestro supra consciente, mostrando sus coordenadas a través de nuestro cuerpo de deseos. Maleable, evolutiva e involutiva, ella proporciona una ventana amplia de contacto con el Ser. Mas su “menú” debe ser muy bien dosificado con música de buena calidad, investigaciones numéricas, acciones unitivas y otras dulzuras de la vida, para crecer fuerte, sin desviarse del camino en la trayectoria del Ser, cumpliendo así su propósito individual. [Registro 63]
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