31/01/2016 – Una alborada de seres únicos comienza a surgir en el planeta. Finalmente los ecos de espiritualidad llegaron a los oídos de la juventud y estos jóvenes reclaman a las jerarquías espirituales, la ascendencia de los linajes raciales del planeta. Así como en los tiempos antiguos, de post-guerra, nacían muchos niños, el planeta fue bendecido por la llegada de millones de espíritus evolucionados, preparados para acceder a la genética crística, latente en la sangre y capaces de un mejor desempeño en el desarrollo de la conciencia universal.
Las nuevas parejas, unidas por contratos flexibles, se postulan para la procreación, iluminados por un propósito más claro que sus antepasados. El coito volvió a ocupar su lugar de procedimiento biológico, y la energía sexual comenzó a ser trabajada con otros propósitos y no solo para la búsqueda del placer físico. Finalmente se comprendió el centro generador de esa energía y su dimensión mayor para la evolución del ser humano. Nacen no solo nuevos bebés, más saludables mental y físicamente, sino también nuevos seres humanos, los padres, más dueños de sus potencialidades, energías y posibilidades. El ser humano aprendió a dirigirse y direccionarse, rompiendo todos los límites y dependencias de su antigua existencia.[Registro 064]
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