{29/11/2009} El gran giro planetario comenzó con ideales que se fueron infiltrando en la mente de los hombres. Dirigentes, gobiernos, cada uno a su turno asumió parte de la responsabilidad de repensar al planeta y sus habitantes. El gran foro de debate sobre los cambios climáticos sirvió de pretexto para acalorados debates en bastidores, donde lo que se expresaba era el sentido común de hermandad y el deseo de dar un basta a las acciones sin previsiones y predatorias de los hombres. Había una nueva percepción presente: la de que ya no era más posible delegar en otros las consecuencias. Era preciso cambiar ahora, o el perjuicio sería incalculable.
Considerada utopía por estudiosos, la idea de la formación de un Gobierno Planetario tomó fuerza en los círculos de poder mundial. La iglesia ya había hecho la propuesta, pero las crisis que se sucedieron apartaban a los hombres de la mesa de negociaciones. Los presidentes rompieron el círculo de silencio y discutieron abiertamente la formación de un gobierno unificado mundial para controlar las crisis. Un Gobierno de la Humanidad con regencia Divina y no el gobierno apocalíptico del Anticristo que las fuerzas oscuras pregonaran. La idea de un ser demoníaco comandando a todos los seres humanos en detrimento de Dios y persiguiendo a los creyentes, sirvió tan solo para aplazar una discusión más profunda de unificación planetaria y exacerbar nacionalismos. Había llegado la hora de la liberación del miedo. {Crónica 86}
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