domingo, 27 de junio de 2010

La vacuna contra el odio

{27/06/2010} Cada nación humana que se apegó a la idea de soberanía nacional ilimitada continuó alimentando la inseguridad y el miedo. Y el Oriente mantuvo esa práctica hasta el final, en aquellos tiempos sombríos: El virus de la soberanía y la enfermedad de la guerra. Solamente un gran líder podría inocular la vacuna, por eso se esperó tanto la vuelta del Mesías. No para separar la cizaña del trigo con el fuego purificador, sino para ablandar la contaminación inoculada en el corazón del hombre, que no permitía la cura del alma.

- ¿Cómo despertar la capacidad de perdonar, adormecida? ¿No sería el perdón una metamorfosis del alma, que abdicando del capullo de la personalidad, del Ego, se lanzara a un vuelo mayor para alcanzar lo Divino? ¿Estarían los humanos preparados? Luego se vio que si. Que muchos estaban no sólo preparados, sino aguardando ansiosamente el cambio. No sabían cuántas vidas aún serían cercenadas en las confrontaciones finales, ni si sobrevivirían para ver los tiempos de paz, pero entregaron sus vidas por el retorno de la luz.

Reside ahí el verdadero coraje, el altruismo puro. Actuar sin espera de resultado. Entregarse al servicio del prójimo, abrazar el Amor como fuerza mayor. Y muchos reverberaron la Luz Divina, y muchos sustentaban la Llama, en una Gloriosa ascensión del cuerpo planetario. Se inmolaron a través del servicio en común, impersonal, por grandiosas causas, como el advenimiento del Perdón y el fortalecimiento de la Justicia Divina. Y la Paz estaba en curso, y muchos no sabían. {Crónica 071}

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