domingo, 8 de agosto de 2010

El enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo

{08/08/2010} Los seres humanos, en su ansia por evolución y perfeccionamiento encontraron oposición en su caminar, en las partes conservadoras que tienen dentro de sí. Una persona que quiera ser altruista va encontrar al egoísta. Una que quiera ser generosa, se va a topar con el aprovechador y así sucesivamente. Esa es la explicación del porqué el cambio es tan lento. En cada esfuerzo por concertar, mejorar, hacer el bien, el individuo va a encontrar a alguien que diga que se está esforzando demasiado, que otros van a aprovecharse de su servicio o que su esfuerzo en hacer lo mejor no será valorizado. Y cuando da oído a esa letanía, el individuo deja de accionar unitivamente. Son actos contradictorios que se acumularon en el planeta, manteniendo la evolución estancada. Para que el mundo evolucione es preciso conocer las fuerzas contradictorias que tenemos dentro de nosotros y que se manifiestan externamente a través de otros.

Por otro lado, cuando vencemos las contradicciones y organizamos nuestra mente y nuestro corazón, conseguimos avanzar practicando lo que llamamos el bien, ganando cada vez más fuerza y aproximándonos más a nuestra esencia divina.

La historia de la humanidad es un depósito inmenso, repleto de millones de acciones evolutivas contrapuestas por fuerzas contradictorias que anularon parte de la estrategia de progreso, filtrando avances en pequeñas proporciones. A lo que se asistió, a partir de 2010, fue a la destraba de las compuertas de todas esas manifestaciones progresistas. La parte reactiva, contradictoria de la humanidad, cedió, y dio paso a las fuerzas evolutivas, aumentando el depósito de acciones unitivas. Con ello los pueblos ganaron fuerza y dimensión, de modo que no hubo cómo cercenarlos. {Crónica 068}

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