domingo, 26 de diciembre de 2010

Violencia y dolor

{26/12/2010} - ¿Qué dirían las madres que perdieron a sus hijos por la violencia? Ya sea aquella cuyo hijo fue asesinado, o aquella que vio a su hijo volverse asesino en un segundo de locura? ¿Qué dirían las familias que fueron destruidas, de un lado y de otro en esa tragedia mundial llamada atentado a la vida? ¿Para qué comprender la violencia si ella aparentemente no tiene sentido, y entenderla no trae paz? ¿Es la guerra una forma menos dolorosa de pérdida? La comprensión de que los conflictos se dan por un propósito colectivo o individual, suaviza las amarguras del corazón? ¿Y las tragedias causadas por los vicios? ¿Convivir con cuerpos y mentes destruidas, las familias convertidas en rehenes de sus seres queridos, que se perdieron en la droga?

En los tiempos sombríos de la violencia, en que las disparidades económicas, la falsa libertad democrática, la falta de acceso a la educación de los individuos imperaron, la carrera desenfrenada por la sobrevivencia para arrancar de la sociedad un poco de status, dignidad, volvió a los hombres impuros y sin juicio. Los valores cayeron por tierra, el salvajismo imperó. La idea de la represalia hizo pedazos las buenas notas insertas en el interior evolutivo de la humanidad: “no matarás” ni a ti mismo ni a los demás, cayó en el olvido.

Mas algunas voces se levantaron y clamaron a quien quisiese oír: no matarás por medio de palabras, no matarás con acciones mezquinas, no matarás con el puño, con cuchillo, con arma letal! No matarás con el pensamiento (¡vigila!) porque todo eso pertenece a la barbarie. Y en tanto los hombres, incultos, no tomen una decisión definitiva dentro de sus corazones, esa tragedia humana continuará repitiéndose. Y no habrá cura para el dolor.

- ¿Cuándo alcanzará el hombre un nivel de auto-protección y verdad tal que lo libere del dolor? Es realmente necesario aprender a perdonar. Hacer un esfuerzo gigantesco para ascender a este nivel de consciencia. Y alcanzar la paz interna para sí y ofrecerla a los demás. {Crónica 058}

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