{20/02/2011} Bombardeados por la inminencia del Armagedón, cansados de las luchas irracionales por la sobrevivencia, del esfuerzo degradante, de las rebeldías sin causa, de la contaminación, de la carestía de la vida, de las crisis económicas, de la injusticia y de la violencia cotidianas, y principalmente, del vacío interno que corroía el alma, el ser humano continuaba confuso.
- ¿Como llegaría la humanidad a una era de bonanza sin la última batalla entre o Bien y el Mal? ¿Cuál es el tamaño de la guerra necesaria para posibilitar la paz?
No era de guerra el llamado que se hacía, sino al bálsamo que consuela al corazón, a la perspectiva de luz, a la redención de los pecados colectivos de los seres humanos, el fin de la resistencia interna, la vuelta al Orden mayor que rige todos los universos. Los habitantes del planeta tierra estaban listos a rendirse, a entregarse, por fin, a la Ley y al Orden que emanan del Absoluto. Pedir realmente la ayuda de Dios, Su intervención de Luz. ¿Cuándo sería? ¿Tendrían los hombres fuerza de voluntad aun para esa decisión?
Nuevas generaciones, de razas purificadas, traían las condiciones para a cambio. Estaban preparadas para oír la música celestial del reencuentro interno, del recordatorio de la promesa original de volver a la luz, de traer a la materia encarnada el sello de la obediencia. Estaban aptos a activar a memoria genética divina.
Fue esa generación que comenzó a accionar y elevó el clamor humano a los comandos de planos superiores, pidiendo conexión, instrucciones y planes de acción en 2011. {Crónica 054}
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