domingo, 3 de abril de 2011

El verdadero sentido del deber

{03/04/2011} En medio de las grandes transformaciones geofísicas que continuaron sucediendo en el planeta, como terremotos, vendavales, contrastes climáticos y la violencia desmedida generada por el propio sistema social, los seres humanos tuvieron que hacer una reflexión más profunda sobre el papel de cada uno frente a la adversidad, frente a la calamidad, al infortunio.

Ni siempre la acción heroica es posible, ni siempre hay un final feliz visible, y la solidaridad real se hace necesaria para atender al prójimo. Pero ¿cómo promover una acción de ayuda eficaz cuando el cúmulo de acontecimientos supera la capacidad para atenderlos? Fue así entre 2010 y 2012. Cuando las noticias de tormentas comenzaban en un punto del planeta, seguían las de inundaciones causadas por las lluvias en otros países, temblores seguidos de terremotos en otros puntos del planeta, y más sequías y devastación de los cultivos en otro, sin que los problemas de aquí o de allá tuviesen pronta reparación.
Una tierra aparentemente arrasada, poblaciones protegidas en tiendas, problemas crónicos de pobreza y miseria en algunos países, sin una perspectiva visible de solución - y el planeta vivo continuaba moviéndose, reaccionando, enterrando bajo tierra pueblos enteros, trayendo el cambio a través de la tierra, del agua, del fuego y del aire.

La lección de preservar la vida, en el sentido más profundo, comenzó a ser entendida. Ejemplos de superación del dolor, de altruismo verdadero, de desapego y coraje quedaron en la memoria de quien buscó comprender y ayudar a los demás. La percepción de que un cuerpo, solo tiene vida real cuando el hombre supera la barrera del egoísmo, estaba siendo aprendida. Los valores inmateriales se fueron fortaleciendo en la adversidad. {Crónica 051}

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