{30/10/2011} Cada valor supremo conquistado en momentos únicos, por los pueblos más desarrollados del planeta, debe ser preservado por este mismo pueblo que lo levantó. Y entregarlo a las nuevas generaciones que surgen, cuando la ocasión se presentase, para beneficiar al mayor número de personas posible.
Así fue con la llama de la Verdad, cuya depositaria fiel es la humanidad, desde los tiempos de Cristo, y decenas de otros valores como la Igualdad, Libertad y Fraternidad, cuya práctica evolucionó año tras año, dentro del corazón de cada uno que despertó en consciencia, elevando a la humanidad a un nuevo nivel.
La llama de la Libertad, pasada de Europa al Nuevo Continente, a fines del 1.500 D.C., ¿hacia dónde sería conducida ahora? ¿Hasta qué punto las bases de la gran nación fueron agitadas por la corrupción, lucro, orgullo? No siempre la gran tragedia es la privación física, o el desempleo, la enfermedad, sino la pérdida de los ideales. Cuando una nación rica decide privilegiar tan solo sus instintos más egoístas, esa nación sufre, sus valores sucumben.
En esa etapa emergía el pilar de la Hermandad entre los hombres, como valor mayor de la realidad cósmica, aparecido para asegurar la unificación de la raza humana. ¿Estarían los humanos en condiciones de levantar ese estandarte en el planeta? ¿Qué país lo asumiría? {Crónica 036}
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