{08/01/2012} Y los fuegos estallaron y estallaron en todas partes del mundo, como el puntero de un reloj que da sus vueltas al frente, el globo terrestre fue barrido por el olor a pólvora y los gritos de entusiasmo de las multitudes. Una cena que podría ser de Paz, como realmente fue la conmemoración del cambio de año 2011 a 2012, podría haber sido más bien de tragedia si la humanidad hubiese elegido el desamor como forma de vida, lo que no aconteció.
Cada día más las reflexiones llevan al punto de que elegimos, consciente o inconscientemente, lo que queremos para nosotros, y quiéranlo o no los pesimistas, estamos avanzando. ¿En qué dirección, preguntarán con ironía?
Para muchos la vida no tiene un significado particular. Es un montón de acontecimientos en secuencia, que no llevará a nada, a ningún destino. Se nace, se crece se muere. Punto final. Para ellos, indagaciones sobre el futuro no tienen razón de ser, ya que “la vida es corta”, entonces viven el momento y no esperan nada.
Hasta aquel momento, 90% de la humanidad creía en una progresión o continuidad de la vida después de la muerte del cuerpo físico. Creían en eso por la fe. Cierta cantidad de privilegiados humanos ya tenía conocimiento visual, auditivo, experiencial de la vida espiritual que compone la existencia, pero la mayoría no. Y no era posible probarlo. Mas en el elenco de las grandes transformaciones previstas para el año de 2012, estaba justamente la conexión de la consciencia con la Unidad. Todos lograrían ver, sentir y concientizarse de su condición de ser espiritual. Y esa percepción cambiaría al mundo. {Crónica 031}
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