[28/01/2018] El mundo unificado quedó impactado con los descubrimientos de almas en tratamiento que, aparentemente, fueron dañadas o casi sucumbieron por la acción atómica del hombre. Por más comprensión que tengamos sobre el nivel de ignorancia de la humanidad en el pasado reciente, es bien chocante tomar conocimiento sobre el poder de destrucción de que somos capaces, por falta de evolución y valores.
Por más que se tenga consciencia de que son las ambiciones desmedidas por poder, posición o hacer prevalecer el punto de vista del más fuerte, asociados al miedo o al odio, que llevan a tales acciones de destrucción, es alarmante para el ser humano actual, percibir que esos elementos están dentro de cada uno desde el origen en el planeta. Como un virus adormecido, su poder letal puede renacer a la menor señal de escasez, frente a la aproximación del desconocido o simplemente si alguien decide abrigar sueños de grandeza y comenzar a manipular mentes más débiles; entonces todo el horror puede resurgir.
No es suficiente ser fuerte, es preciso el valor. No vale de nada tener conocimiento, es preciso haber aprendido con la experiencia; no alcanza con tener buenas intenciones, es necesario mucho coraje para luchar contra esos elementos que aún no se proclamaran defensores de la vida, dentro de nosotros. La decisión, en los niveles más elevados, engloba la supervivencia y el destino cósmico de toda la humanidad. Esos valores están siendo considerados en todas las esferas, pero vino a sumarse a eso un inquietante misterio más: algunas de esas almas, después del contacto comenzaron a desaparecer. [Registro 116]
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